Editorial

Papel picado no se rinde. Por eso queremos estar presentes en estos tiempos convulsionados y conflictivos. Esta presencia, sin embargo, viene después de un tiempo de espera en el que asumimos la necesidad de adecuar nuestra publicación a la crisis. Más casera, más modesta y dirigida especialmente a los educadores y estudiantes de Formación Docente.
Con la convicción de que ni se aprende ni se enseña únicamente en las aulas y buenos son, para ambas tareas, otros espacios, esta revista se propone como una herramienta para comunicar las experiencias y preocupaciones de los docentes de la región.
Durante 2001 y 2002, fortalecimos nuestra labor en tres aspectos que intentaremos traducir en esta publicación: nos afincamos en una mirada crítica, realista y esperanzadora de la tarea educativa. Como todas las instituciones educativas, tuvimos que trabajar en un contexto de abandono y, como consecuencia, muchos proyectos se vieron afectados. ¿Qué hicimos ante una crisis, que más que crisis parece ser un estado de permanente caída? Sin embargo, el pensar en estos años tan duros también nos enfrenta ante una pregunta que bien podría estar en la boca de nuestros alumnos: ¿Dónde estaba usted profesor cuando vendían el país? Una extraña derrota en la que los que pierden son los más y los que ganan son los menos.
¿Tiene la educación algo para decir acerca de esto? Los artículos que componen este número apuntan, en su conjunto, a refocalizar la mirada. Intentamos ahora reemprender la tarea educativa con mayor lucidez, ahínco y con la esperanza puesta en nuestras posibilidades ciertas de contribuir en la configuración de nuevas relaciones laborales, en la creación de nuevas estrategias de adecuación curricular y de enseñanza, y en la construcción de la nueva escuela que reclama la urgente y difícil coyuntura nacional.