Editorial |
Llegar a maestro |
Construir en la adversidad fue el denominador común de los que trabajamos en la educación en los últimos tiempos. No se trata de que falten computadoras en las aulas. Lo que sucede es que no hay agua potable en algunas escuelas, o que aparecen roedores en otras (y no hay quién los saque), o que falta buena luz para los alumnos que estudian de noche. Que la educación no fue una prioridad de los gobiernos provinciales de los últimos años está claro, pero no era necesario demostrarlo con tanto ensañamiento y con consecuencias tan destructivas. La postergación de El Bolsón en este marco de depresión general ha sido patética. Hace algunos años un cantautor catalán compuso el tema "Llegar a viejo". Que bueno sería, decía más o menos, llegar a viejo con un poco más de fuerza, con la posibilidad de aplicar la experiencia, con el reconocimiento de los demás... Que bueno sería "que el carnet de jubilado abriese todas las puertas". La tentación de transportar la idea a la experiencia de enseñar en El Bolsón, y en la actualidad, es tan fuerte que les proponemos caer en ella. Solo unos pequeños cambios, sencillos, orientados por el sentido común, harían más fluido, más posible, más eficaz el oficio del maestro. En un momento de balance y cuando aun no conocemos quiénes se harán cargo de la conducción de la educación de Río Negro en los próximos años, ni cuál será su política educativa, nos atrevemos a proponerles dos actitudes claras que no son de ninguna manera suficientes para recuperar a la educación del deterioro a que ha llegado, pero permitirán pensar mejor, ver más claro. Tener un plan y comunicarlo. Anticipar los problemas, planificar las soluciones, escuchar a los que habitan diariamente las escuelas, comprar lo que hace falta y pagar lo que corresponde por ello, establecer prioridades en forma transparente, compensar las desigualdades regionales que se han cometido en nuestra provincia. No es tan difícil. Un nuevo trato a los alumnos y educadores. Respeto, sentido de la realidad, menos soberbia. Nada de mentiras, nada de presiones (las que impone la cotidianeidad bastan y sobran). Reconocer y reparar el saqueo que se hizo a los salarios docentes y a los recursos de la educación. La escuela es uno de los pocos lugares en los que el Estado se encuentra cara a cara con la población, con la sociedad; es un lugar indiscutiblemente conflictivo en el que tienen lugar complejos procesos sociales y culturales. Sentir que las autoridades acompañan a los que trabajan allí, en lugar de poner obstáculos, sería fantástico. Los docentes no somos el "enemigo": lo son el analfabetismo, el fracaso escolar y la exclusión. Si hemos construido en la adversidad, también lo haremos - mejor - si el contexto ayuda. Los que se harán cargo en breve de los destinos de la educación rionegrina, si disponen de unas buenas dosis de racionalidad, seriedad, solvencia, escucha y humildad, harán posible que la tarea de ser maestro y profesor en Río Negro sea más llevadera, que trabajemos y recuperemos la dignidad y la esperanza en el futuro educativo. |